Esta película de horror se estrenó
en Venezuela hace unos meses pero debido a las otras películas que se
estrenaron en el momento parece haber pasado desapercibida por muchos. El film
trata sobre un autor norteamericano que se muda con su familia a una casa en donde
ocurrió un terrible asesinato y secuestro. A pesar de no ser bienvenido en el
pueblo debido al fracaso de su libro anterior Ellison Oswalt (Ehtan Hawk) se
adentra a investigar los sucesos. Durante su investigación encuentra una caja
con películas caseras antiguas que podrían contener la solución del caso de la
familia asesinada.
Como se puede ver la historia no
posee una gran cantidad de originalidad y hasta podría decirse que es
simplemente otra película de horror de casa embrujada. Y es cierto. La
genialidad del film no yace en lo original de la historia sino en cómo es contada.
Desde la primera toma de la
película el film te advierte que no será una historia predecible y que va a
sorprenderte. Desde los años 70 este tipo de tomas no son usadas al principio de
un film. Las reglas hoy en día son: primero, presentarnos a una familia, feliz (o tal
vez no tan feliz) para que el espectador empiece a crear lazos con los
personajes, los conozca mejor para que luego pueda sentirse apegado a ellos cuando las cosas empiezan a salir mal. Aquí, en cambio, la primera toma cumple una sola función y
es la de advertir: este film está hecho para perturbarte. Y eso es exactamente
lo que logra. En sí esa primera toma resulta ser el perfecto apetitivo para lo
que viene.
Las imágenes de este film son muy perturbadoras y, más que miedo, durante la primera mitad del film se encargan de
crear una atmosfera tanto de suspenso como incomoda. Más allá de esto las imágenes en las
películas que encuentra el prsonaje de Hawk en la casa son tan sobrecogedoras que más de una
vez me vi obligada a apartar la vista de la pantalla a pesar de no saber nada de estas familias. Luego de este crescendo de terror cuando llega el
momento de verdaderamente asustar a la audiencia el film logra hacerlo de una
forma estilística hermosa. Las tomas son largas y con secuencias lentas que parecen casi sacadas de sueños en vigilia
de los personajes. Estas escenas largas y la carencia de sustos repentinos
cortan con la “formula” establecida desde los años 80 en el cine de horror y hacen memoria a la famosa The
Shinning de Kubric. Y si bien no podemos elevar una película como Sinister a la genialidad de Kubric no cabe duda que existen puntos de comparación importantes que hacen que la experiencia de ver Sinister valga la pena… si no quieres
dormir durante la noche.
Para concluir puedo agregar que la genialidad de Sinister parece ser la mezcla
perfecta entre un director y escritor que parece dedicado exclusivamente el
género (desde el inicio de su carrera no ha hecho otro tipo de cine) y un
elenco que supo cargar con el peso de un film de horror en el cual los gritos y
la sangre están de sobra. Es una buena muestra, también, de cómo un género puede
seguir innovando viejas fórmulas y lograr que un film con una historia conocida
nos parezca nuevo y diferente.
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